Hace unos 2000 años, un Hombre llamado Jesés trajo un Mensaje Renovador, cuya base era el Amor, que desde Galilea traspasó fronteras»¦ eso lo convirtió en peligroso, pues los gobernantes de aquella época, lo vieron como una amenaza»¦ y con el beneplácito de sus conciudadanos, decidieron crucificarlo, no sin antes someterlo a todo tipo de vejaciones y torturas»¦ eso es lo que se conmemora durante estos días, y es por ello, que no estaría nada mal, recordar también las Lesiones del Nazareno.

En toda ejecución romana, los Reos eran primero flagelados, con un azote corto, constituido por varias cuerdas o correas de cuero, en cuyo extremo se insertaban pequeñas bolas de hierro o trocitos de huesos de ovejas. Con éste, se infringían una sucesión de golpes al condenado, al que se le desnudaba el torso, se sujetaba a una columna no muy alta, y con la espalda encorvada, para que pudiera recibir toda la fuerza del azote. Ello originó las Lesiones del Nazareno, que se apreciaban en su espalda, pues las cuerdas o correas desgarrarón su piel y el tejido celular subcutáneo, mientras que el hierro o los huesos le causaron contusiones y hematomas profundas. Al realizarse de forma continuada, dieron lugar a laceraciones profundas, pues alcanzaban su tejido muscular y le provocaban jirones de carne desgarrada sangrienta, por lo cuales se producía una pérdida considerable de plasma y sangre.
Jesés de Nazaret también fue humillado como persona, para ello los soldados le colocaron, sobre su cabeza, una corona de espinas, agudas, largas y corvas, como símbolo de realeza, pues era conocido como el «Rey de los Judíos», también lo envistieron con una ténica sobre sus hombros, a modo de manto, y colocaron una caña en su mano derecha, simulando un cetro.
Llegada la mañana de la ejecución, segén las costumbres del lugar, se le obligo a cargar la cruz, hasta el Golgotha , donde sería crucificado, la cual pesaba unos 136 kilos, que había que sumar a los del patíbulo. Debilitado y agotado, hasta la extenuación, tuvo que caminar aquellos 600 metros, agravándose así las Lesiones del Nazareno.

Una vez colgado en la cruz, sus ejecutores le dierón una especie de narcótico, (elaborado con vino, mirra e incienso) para intentar aliviar su sufrimiento, lo cual ya era imposible ante las heridas morales y contusiones sufridas. Fue situado con sus brazos extendidos, pero no tensionados, a lo largo del madero, en el que clavaron sus muñecas, utilizando unos clavos, que introdujeron entre el radio y los metacarpianos, o entre las dos hileras de huesos carpíanos, ya sea cerca o a través del fuerte flexor retinaculum y los varios ligamentos intercarpales. Esto permitía fijar su cuerpo, a la cruz.
Alrededor de sus huesos dañados, se provoco una herida dolorosa, que se extendía hasta las ramas de la arteria radial o cubital; así como afectaba a los nervios sensorial motor, o al nervio mediano, radial o el cubital, lo que le provocaba oleadas de dolor en ambos brazos, y al afectarse varios ligamentos, originaron contracciones potentes en las manos.

La posibilidad de que también se le produjera una herida periosea dolorosa fue grande, al igual que la lesión en los vasos arteriales tributarios de la arteria radial o cubital. El clavo al penetrar, destruyo el nervio sensorial motor, comprometiendo al tiempo, el nervio mediano, radial y el nervio cubital. La afección de cualquiera de estos nervios le produjo tremendas descargas de dolor en ambos brazos. Así como, el empalamiento de varios ligamentos provoco fuerte contracciones en su mano.
Sus pies fueron fijados al frente de la cruz, por un clavo de hierro, introducido a través del primero o segundo espacio intermetatarsiano. Afectando muy seriamente al nervio profundo peroneo y las ramificaciones de los nervios medianos y laterales de la planta del pie, que también resultaron dañados. Aunque algunos historiadores sostienen que se utilizó un clavo para cada pie y otros que fueron sujetos a la madera, con cuerdas. En cualquier caso, se infringió un daño profundo en una zona tan sensible y delicada como los pies, el cual se incremento de forma exponencial al soportar el peso del cuerpo inmóvil, suspendido de los clavos.

Todo ello hizo que le sobreviniera una intensa fiebre, que le provocó una ardiente sed, a lo que se sumarón las convulsiones y espasmos que sufría, cada vez más frecuentes, así como el daño moral y el sufrimiento extremo, que le suponía no sólo la burla y desdenes de los curiosos, sino ser consciente del sufrimiento de su Madre y de sus Amigos, fue una larga y dolorosa agonía, en el que tras una expiración profunda murió.
Puede serse creyente o no, pero seguro que si sucediera hoy, el sufrimiento de este Ser humano sería portada de los medios de comunicación, en los que se relatarían una y otra vez las lesiones del nazareno, lo injusto de su muerte»¦ de la muerte de Alguien bueno y humilde, que nos trajo unas enseñanzas revolucionaras, aén hoy veintién siglos después, y quienes much@s, desde entonces, veneran como el Hijo de Dios o simplemente un Hombre, ese Jesés de la Pasión, que dejó su huella en la historia y en innumerables corazones, que hoy siguen sus enseñanzas y su estilo de vida, con Pasión.
